A veces nos levantamos tan sensibles que nos ahogan las palabras mas estúpidas. Quizás por eso nuestro cerebro nos influye para que pongamos barreras. Al igual que hace el cuando sufrimos una situación de máximo estrés. Pero esta vez es algo consciente, buscamos cualquier excusa para cerrarnos.
Y es cierto que estar abierto a las emociones duele, también es verdad que la experiencia juega a favor de algunos. Pero creo que hay que dejarlas escapar. Quien sabe si tengo razón o si todo es relativo, lo único que se puede afirmar con certeza es que las cosas duelen. Por eso yo llevo mi armadura de mimbre, que no me protege y deja salir mis locuras. Es que al cerrar los ojos, no puedo imaginar que la felicidad desaparezca por culpa de los que no quieren sentir. Y es que lo que ayer te hacia feliz, quizás hoy te haga llorar. Y tranquilos, ahora no pienso decir eso de vive el momento. Pues cada uno es dueño de su tiempo. Yo elegí hacerlo a sabiendas de que muchos no me comprenderían, aún ahora no lo hacen. Pero no por ser el camino mas complicado, es el equivocado.
Y aunque no lo sepan, las indirectas no funcionen y el humor que gastas sea para otros, siempre queda un pequeño hueco para sonreír.
Lo de la armadura de mimbre me parece un gran invento!!!!!!!!!!!